martes, 23 de abril de 2013

El Viajero 2 (Italia).

Corría el año de Nuestro Señor de 1.983, y llegado el Viaje de Estudios de C.O.U., se nos presentó un dilema. Queriamos "romper" la tradición de los Hermanos Maristas de ir a Italia. Nos salió mal. El Hermano director se las ingenió bien para convencer a los padres de que la otra alternativa (Alemania y Suiza) era tierra poco interesante y llena de herejes, y lo más cultural y educativo era Italia. Pues allá que nos vamos. En autobús, y sin video. Al menos llevaba aire acondicionado.
   Salimos de Cartagena rumbo a Figueras. Al llegar allí, candadísimos, nos llevaron corriendo a ver el museo de Dalí. Estaba cerrado. Menos mal que nunca me gustó su arte.
   El segundo día nuestro viaje nos llevaba a Niza. Paramos a comer en Marsella. Debe ser una ciudad muy bonita, pero yo no saque la misma conclusión. Paramos en un barrio peculiar. Antes de llegar, el conductor nos elige a 2 para que le vigilemos el autobús mientras el come con el resto de los pasajeros. Esa opción, no la consideramos idónea, más cuando el negocio que había al lado del restaurante era una armería y su producto "estrella" centrado en el escaparate, era una escopeta de cañones recortados. La comida exquisita; por huevos. Que cosa más mala, pelo negro corto y rizado en la sopa. Los camareros eran argelinos, mal pensados, y el cabello lo llevaban corto y rizado. Tras esta experiencia culinaria, seguimos viaje hasta Niza. Después de dejar las cosas en el Hotel, visitamos Montecarlo. ¡Una pasada! Las fotos de rigor en el Casino y con los cochazos. Para llegar utilizamos la carretera donde se mató Grace Kelly. La curva en cuestión, el autobús la tomo en 2 tiempos. De Niza recuerdo una cosa: se podía comer directamente en la acera de limpia que estaba. Sin chicles, papeles, cagarros, escupitajos y demás decoración a la que estábamos acostumbrados.
   Nuestra experiencia italiana empezó en Pisa. Tuvimos la suerte de subir a la Torre. Una experiencia única; subir tan alto haciendo cambios de ángulo espectaculares. Otra cosa que me viene a la cabeza es que estando allí nos ofrecieron mil veces todo tipo de drogas.
   Siguiente parada, Florencia donde estuvimos 1 día completo. Ni que decir tiene el encanto de esta ciudad, el pasear por sus calles, la Galería de los Ufficci, la Catedral. Me encantó.
  Después vino Roma. Los 3 días allí nos parecieron cortos. Nos encontramos una ciudad llena de andamios en algunos monumentos. Me maravilló el Museo Vaticano. Tanto que a mitad de visita nos llevaban a algo así como una audiencia con el Papa. Unos cuantos de nosotros la declinamos amablemente y nos quedamos disfrutando del lugar. Recuerdo aquella monja anciana con chubasquero amarillo que nos guió por las catacumbas de San Calixto. Mi experiencia en el Coliseo fué tema aparte. Allí viví una experiencia única fruto de la autosugestión, pero excitante. Me quede sólo un momento y realice una panorámica con la mirada y me imaginé aquello lleno de gente chillando y vibrando y sentí una emoción fuera de lo normal. Esa sensación, sólo la he vivido un par de veces más. El hotel que tuvimos allí también me impacto. Por problemas de días y un cambio de última hora, a un grupo reducido entre los que estaba yo, nos alojaron en el Savoy. Un hotel de lujo. Una Coca Cola allí costaba 500 ptas, en el año 83 (3 € actuales). Los adultos que nos vigilaban, eran los padres de un compañero, nos permitieron  "ciertas licencias" como que nos divirtiéramos. Una noche, nos metimos en el piano bar del hotel. Allí estuvimos cantando y oyendo música de un pianista que luego nos confeso que días más tarde partía para Miami a trabajar en el nuevo disco de Julio Iglesias. Eso, con 17 años, de aquella época, impresiona. Por último de la "Ciudad Eterna" me quedó otro recuerdo; el caos que era circular por sus calles. Saqué la conclusión de que todo el que circulara por Roma y saliera sin hacerle un rasguño al coche, tendría el título de conductor profesional.
   De allí, nos llevaron a Venecia, parando en Asís, con tan "mala fortuna" que justo al estar a dos metros de la entrada para ver la tumba de San Francisco, la cerraron. Llegamos a la "Ciudad de los Canales bajo una copiosa lluvia. Nos hospedamos a las afueras. El resto de la expedición con todos los represivos religiosos en otro hotel. Eso significaba, que esa noche tuvimos juerga en una discoteca hasta bien entrada la madrugada.
   De Venecia, recuerdo, la humedad. No es un chiste. Nos tocó un día gris. La ciudad olía fatal. Y no le encontré el romanticismo por ningún sitio. Claro, el no ir con la pareja, puede que ayudara un poco. Después de las visitas de rigor, nos dieron tiempo libre para hacer compras. Una compañera, algo guapa, se percató que yo me orientaba mejor por todas aquellas calles y canales. Me pidió que la acompañara. Yo pensé: "mi oportunidad de encontrar la Venecia romántica". ¡Los cojones! Nada mas decir que sí, se presentó allí con cinco amigas mas y yo de GPS y nada mas que de eso. Entendamos las siglas como GiliPollaS. Ahí empezaría una larga carrera como "Pagafantas". Por supuesto, después ni las gracias.
   Acabado el periplo italiano, nos quedó pasar por Génova y de vuelta a casa. La última anécdota que recuerdo es que ningún padre nos estaba esperando a nuestro regreso. El ¿por qué? Pues, al no existir los móviles se quedaron dos padres encargados de avisar al resto cuando hubiera noticias. Al parar el último día en Torreblanca (Castellón) a comer, el Hermano director, llamó a uno de esos padres para dar la hora estimada de llegada. Dijo la 22:30. Yo al oirlo dije: "Hermano, siento discrepar, pero creo que sobre las 20:30". Como casi me excomulga por llevarle la contraria, pensé: "pues pa tí la perra gorda". Conclusión: Llegamos a las 20:30.
   En fin.....


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