sábado, 8 de septiembre de 2012

Las cenizas de Pompeya

   Acabo de finalizar un crucero del que ya comentaré algo en un algún próximo artículo. Me centraré en la excursión que hicimos a las ruinas de Pompeya en la escala del barco en Nápoles. Para mí, era una emoción muy confesable mi atracción y mi interés por visitar aquellas fantásticas y únicas ruinas. Desde que con 13 años leí uno de aquellos fabulosos cómics de la serie "Joyas Literarias" y que se llamaba "Los últimos días de Pompeya", tenía interés por ir allí. En mi estado actual, tuve que optar por ir este año, sí o sí. Al llegar allí, una extraña sensación me invadió. ¡Estaba en esa mítica ciudad! Otro de los motivos mas actuales era llevar a mi hijo, (la pequeña optó por quedarse en el barco) por si en un futuro restringen el acceso a las mismas, puesto que el deterioro es considerable. Mucha culpa la tienen los innumerables turistas que la visitan cada año. Y a eso, y a la delicadeza de algunos me quiero referir.
   En nuestro grupo iba una pareja joven, en ella apenas me fijé. Sería bastante normalita. Pero en él algo me llamó la atención. Pendientes en ambas orejas, tatuajes, cordón de oro al cuello y me imagino que para que el pack fuera completo, habría dejado en el parking de Barcelona el Seat León tuneado. Porque, sí, eran españoles.
   Pues bien, en una de las paradas en la que la guía nos explicaba la historia de algunas de las casas y negocios de una calle de Pompeya, lo veo apoyado con el hombro en la fachada de una casa, le dá la ultima calada a su cigarrillo y ........ va y lo tira por la cancela de hierro dentro de una casa. Claro, no lo pude evitar. Le reprendí bastante furioso. Pero me quedé solo. Fui el único. Respuesta del cerdo en cuestión:
 - Hay un montón de colillas.
 - Ya, pero si todos hacemos lo mismo, dentro de poco, esto estará hecho una pocilga.
  Y ahí hubo que dejarlo, para evitar males mayores.
   Pues bien, un ciudad que sobrevivió a las cenizas del Vesubio, puede que acaben con ella las cenizas de los turistas, y su basura. Pero es que las autoridades italianas tienen una dejadez tremenda. Nadie vigilando estos actos. Y, sí, había ceniceros por las calles.
   Pero, ¿que cabe esperar de unas autoridades que han permitido la apertura de una Pizzería en el centro de las ruinas de Pompeya?
   Y luego decimos que España es un país de pandereta. Pues anda que los italianos.
   En fin...

1 comentario:

  1. En eso los españoles también nos parecemos mucho a los italianos desgraciadamente..... Ya te contare otra anécdota mía en la visita a unas catacumbas en Roma, las de S. Calixto.

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